23 de junio, 2013
Hoy Elder Babcock dio un discurso en la
reunión sacramental, la primera vez desde su enfermedad. Él tenía varias semanas para reflexionar sobre
la asignación y ayer, sábado, pasó todo el día en la preparación. No compartió su preparación conmigo, pero él estaba
seguro de que tenía un discurso bien preparado que llenaba la asignación.
En lugar de dar el discurso preparado,
habló desde el corazón y compartió su testimonio de cómo el Espíritu Santo
había ayudado a los médicos saben lo que deben hacer para ayudarlo y dio
testimonio del amor de Dios por todos sus hijos.
Al principio yo estaba confundido por su
historia y tenía algunas dudas sobre su exactitud. Y entonces me di cuenta de
que él estaba compartiendo lo que recordaba, la tercera recuperación milagrosa
que tuvo durante la cuarta semana de su tiempo en el Clínica Alemana.
Él no
recordaba ningún del dolor ni la confusión ni el coma. Yo había mantenido
correos electrónicos y notas y cartas. Él los había leído y me ayudó a combinarlos
en una historia de 70 páginas de su tiempo en la Clínica. Pero me di cuenta de
que era para mí para compartir la parte de la historia que pasó cuando él
estaba muriendo.
Al
principio no me di cuenta de lo enfermo que él estaba. El médico me hizo saber
que su enfermedad era muy grave y que su edad estaba contra a él. Los médicos
se negaron a ser optimistas. Ellos fueron capaces de estabilizar el cuerpo por
un corto tiempo, pero la infección era muy agresiva y se propagan rápidamente
de la oreja izquierda a las meninges que cubren todo el sistema nerviosa
central, a la oreja derecha, a los senos nasales, al hueso mastoideo. La sangre propagó la infección por el cuerpo.
Sus riñones y el hígado estaban fallando. La presión arterial era muy baja, incluso
con medicación. Él estaba siempre en un respirador. La ciencia moderna puede
mantener el oxígeno a través del cuerpo, pero su cuerpo estaba frío e hinchado
y pesado, sin respuesta a simulación.
En este momento de desesperación, el
Presidente Martínez, presidente de la misión, tuvo dos sueños, en dos noches
consecutivas. En el primer sueño, Elder Babcock estaba en una habitación en el
hospital con tubos y máquinas y médicos. Los médicos quitaron los tubos, y Elder
Babcock levantó la cabeza y se sentó en la cama.
Sabiendo lo mal que su cuerpo fuese, yo
interpreté el sueño como un testimonio de que su cuerpo se le permitiría a
morir y que él sería capaz de continuar su trabajo como misionero en el mundo
de los espíritus. Era un consuelo para mí sentir que el Señor no le permitiría
permanecer en la tierra en un cuerpo dañado y sin la habilidad de comunicar.
A la mañana siguiente, el Presidente
Martínez compartió un sueño segundo. En este sueño, Elder Babcock levantó de la
cama, se puso en pie y le dio un abrazo a Presidente Martínez. Su cara era
transparente y con luz, pero el Presidente dijo que podía sentir su cuerpo y
que era un cuerpo físico. El Presidente estaba convencido a causa de estos dos
sueños claros, que eran inusuales para él, que Elder Babcock se recuperaría.
Elder Babcock había recibido dos
bendiciones del sacerdocio a partir de dos compañerismos diferentes de élderes.
Y el Presidente Martínez le había dado dos bendiciones del sacerdocio, y una
tercera cuando él les pidió a los misioneros ayunar de nuevo, que Elder Babcock
no sólo viviría, sino que tenga la recuperación total.
La primera vez que él pidió a los
misioneros a participar en un ayuno misional
y orar para Elder Babcock, nuestra familia unimos con los misioneros en
el ayuno. El médico de la misión de Santiago me aseguró que todo se estaba
haciendo médicamente que se debería haber hecho. Los médicos estaban haciendo
el tratamiento correcto. El Señor envió un testigo segundo a mí, una doctora
chilena y bilingüe, una infectóloga, quien me aseguró que Elder Babcock no
habría recibido ningún atendidos mejores en Salt Lake City, Utah, o en
cualquier parte del mundo.
Yo le expliqué a ella mi testimonio de la
vida eterna, y la continuación de la personalidad y de la familia, y de matrimonio
eterno. Yo dije que Elder Babcock iba a ser un misionero en el mundo de los
espíritus y que yo lo vería de nuevo.
Por su parte, ella explicó a los médicos de
mi deseo de que la vida de Elder Babcock no se mantuviera artificialmente.
Sentí que Doctora Concha era un regalo enviado por el Señor para consolarme. Yo
tuve la oportunidad de escribir una carta a mi familia, asegurándoles de mi fe
en la voluntad del Padre Celestial y mi aceptación de la muerte de Elder
Babcock y este cambio en su asignación de misión.
Terminé la carta y terminé mi ayuno. Y en
ese momento, de repente, el cuerpo de Elder Babcock comenzó a responder. Por
ninguna razón comprensible, los riñones y el hígado comenzaron a mejorar.
Buscamos los más mínimos movimientos. El doctor dijo que él vio movimiento de
la boca alrededor de la sonda de respiración. Empecé a esperar que tal vez él
se despertara y que yo pudiera decirle te amo y adiós. Me sentí un poco de
esperanza, pero todavía yo dudaba de la posibilidad de una recuperación total.
En la mañana de Pascua él me apretó la mano.
El lunes por la mañana abrió los ojos y me reconoció. No podía hablar y sentía
dolor. Estaba semi-consciente, los ojos cerrados, pero estaba viviendo de
nuevo. Los médicos fueron capaces de hacer más cosas para ayudarlo. Ellos no
querían que yo tenga esperanza porque todavía él podía morir y el
estado de su mente no estaba conocido.
Pero los médicos estaban animados.
Esa misma noche, mientras oraba y meditaba
en nuestra vida juntos, me sentí impresionado por el Señor para escribir doce
metas. Nos volveríamos a alojar en Chile y cumplir nuestra misión. Nos
volveríamos a ir al templo de Santiago en octubre. Queremos ser un ejemplo y
compartir el evangelio de Jesucristo con el personal de la Clínica y el hostal
donde me alojaba. Recuperación del élder Babcock ocurriría en una forma para
mostrar el poder de Dios. Yo estaría bendecida por ser capaz de comprender y
comunicarse con los médicos y no depender de los misioneros jóvenes que eran un
apoyo constante y una fortaleza para mí y un ejemplo de servicio a todos los
médicos y los trabajadores de la Clínica.
El miércoles Elder Babcock estaba quitado
del respirador. Podía sonreír. Él pudo decir palabras. Él sabía quién era yo.
Reconoció a nuestra hija, que había venido de los Estados Unidos. Él quería
saber qué día era. Se preguntó cómo llegó a estar tan mal. Él era capaz de
comer puré. Él fue capaz de mover los brazos y las piernas más. Todavía él no
podía oír nada, pero podía leer nuestras notas y hablar con nosotros.
Una semana después de que él
despertó para la primera vez, fue trasladado de UCI a UTI. Estaba sonriendo y
alegre. Él estaba tratando de enseñar el Evangelio a los médicos y enfermeras.
Pero después de dos días, algo sucedió. Yo
creo que Satanás no estaba muy contento con ningunos de estos milagros. Elder
Babcock no se despertó. Él no me reconoció. Él no quería comer. Los paramédicos
trataron de llevarlo a una resonancia magnética, pero Elder Babcock se puso convulsiones
y fue casi en un estado de coma de nuevo.
Les pedí a dos élderes
jóvenes que acababan de llegar, a
darle una bendición. Me recuerda la bendición.
El élder dijo que Dios sabía lo que estaba pasando y que no pasaría nada
que no estaba de acuerdo con Su voluntad. Me consoló y me acordé de nuevo la
promesa que el Elder Babcock se recuperaría de una manera para mostrar el poder
de Dios. Me sentí impresionado a tocar de nuevo la música del Coro del
Tabernáculo en el iPad al lado del oído. Le pareció calmarse a él.
El neurólogo no podía entender por qué Elder
Babcock no era mejor después de tan mucho tiempo. Los élderes y hermanas siguieron
proporcionando aliento y apoyo. Ellos le cantaban a él, y oraban con
nosotros.
Presidente Martínez llegó de nuevo y le dio
una cuarta bendición. Mientras que el presidente estaba con nosotros, Elder
Babcock le reconoció como alguien importante y él sentía que
estaba teniendo una entrevista misional con una persona importante. Él tenía
el gran deseo que sea bautizado y reciba el Espíritu Santo y posea el Sacerdocio.
Él estaba reviviendo su infancia y su juventud, y su introducción al Evangelio
como un chico de 16 años.
Durante todo el día Elder Babcock estaba
reviviendo muchos recuerdos, buenos y malos.
Y él hablaba a si mismo acerca de problemas y presiones. Para calmarle, yo toqué música
y tomé su mano. En la tarde un élder
tomó la mano en mi lugar para ayudarme descansar. Cuando vino la noche, los
temores aumentaron. Nos encontrábamos en
una batalla con las alucinaciones mientras Elder Babcock trataba de salvarme y
a nuestra familia. Él pensó que
estábamos en peligro de perder la vida en un choque de tren.
Finalmente las enfermeras reconocieron el
problema y llamó al médico. El doctor trajo algunos medicamentos que había
retirado y ayudó Elder Babcock dormir.
A la mañana siguiente hablamos de las
alucinaciones y los visitantes invisibles. Elder Babcock creía que su madre
había estado allí. Al principio pensé que se había olvidado de que ella estaba
muerta. Pero luego me di cuenta de que tal vez ella estaba en una misión desde
el mundo espiritual para ayudar a su hijo. Elder Babcock había pedido a uno de
los visitantes, que se vestía de blanco, si él tenía aceite
para dar una bendición del sacerdocio. Él habló acerca de estar en una guerra.
Y en un momento me preguntó: ¿No crees que Satanás atacará al sacerdocio?
Le dije, Sí.
Después de este día, las cosas empezaron a
mejorar de nuevo. Yo puse un calendario en la pared y cada día, hizo un círculo
alrededor la fecha actual. Hice una
lista de los nombres de nuestros hijos y sus esposos y los nombres de nuestros
nietos. Hice una línea de tiempo de todas nuestras actividades importantes de
los últimos cinco años. Y las fechas de la misión anterior y el tiempo en
nuestra casa entre las misiones. También
las nombres de personas y la información acerca de nuestro tiempo en Chile.
La memoria lineal que Elder Babcock tiene
ahora comenzó con el catorce de abril. El doctor fue capaz de hacer una cirugía
en los oídos y retirar una cantidad de líquido, liberando la presión en el
cerebro. La audición de Elder Babcock estaba mejorando. Él podía usar el
computador y ipad. Él necesitaba solamente
dos personas para ayudarle a él en lugar de cuatro o cinco. La kinesióloga le
convenció de que podía caminar con un burro. Tratamos de convencerlo a Elder
Babcock de que no estaba enfermo ya, solamente débil, y él necesitaba tiempo
para recuperarse.
Todo parecía estar bien. Pero los medicamentos fueron complicados. Los
médicos necesitaban inspiración para saber qué hacer. La resonancia magnética
nueva mostró un problema. Los médicos estaban confundidos. Ellos temían que
todavía tenía meningitis. Ellos estaban
considerando una cirugía mayor.
Es de este tiempo que Elder Babcock tenía
memorias. Él dio cuenta que los médicos habían haciendo errores. En este tiempo los médicos necesitaban la
ayuda e inspiración del Señor. Dr. Rivas habló con nosotros acerca de consejos
de médicos, diciendo que un médico no puede tomar decisiones solo y que había
tres médicos que se consejería juntos y decidir qué era lo mejor. Él dijo al
élder Babcock: yo soy cristiano y no sé por qué el Señor quería que Don Kenneth
pasar más tiempo en la clínica. Y cuando salió la habitación, le dijo al élder
Babcock: Ten fe.
El neurocirujano lo había visto a Elder
Babcock en un buen día y recomendó antibióticos continuos en lugar de la
cirugía. El neurólogo y infectóloga acordaron: ninguna cirugía. La infectóloga
dijo una cosa interesante. Ella dijo:
si se tratara de cualquier otra persona, como un médico me sentiría obligado a
considerar el peor de los casos y actuar en consecuencia. Pero a causa de su fe
y sus oraciones y los milagros, creo que podemos esperar y confiar en que de
alguna manera el problema puede ser atendido mediante la ampliación del actual
curso de antibióticos y con la esperanza de que el reinicio del cortisona
ayudará.
Y así fue que tuvimos dos semanas de
caminar y hablar e interactuar con los trabajadores en el hospital. Dejamos a
ellos con algunos de ellos invitaciones a la iglesia, tarjetas de obsequio y
copias del Libro de Mormón.
El 6 de mayo, seis semanas después de su
llegada, Elder Babcock dejó la clínica, sin un burro y sin una silla de ruedas,
solamente con cada otro. Nosotros alojamos en Temuco por un par de semanas para
reajustarse. Pero ahora hemos estado en casa en Victoria por un poco más de un
mes. Y nos sentimos agradecidos por los milagros en nuestra vida.
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